Links mencionados en este Podcast:
DxO Photolab, Adobe Photoshop, Lightroom, Imerge Pro, ON1 Photo Raw 2021, Topaz Labs, Luminar 4, Skylum, PetaPixel.
Presentación: Claudia Tenorio.
Música: Sunday by TrackTribe
La inteligencia artificial dejó ya de ser una posibilidad futurista para instalarse entre nosotros.
Resistirse a ella es como si nos hubiéramos resistido a las máquinas de escribir eléctricas o a las mismas computadoras.
Llegó para quedarse y su desarrollo no solo contribuye a la evolución de la fotografía, sino que su rapidez de crecimiento será exponencial.
Hoy nos encontramos con muchos de los programas que procesan imágenes que ya cuentan con inteligencia artificial.
(reemplazo de cielo utilizando Adobe Photoshop)
DxO Photolab ofrece una reducción de ruido que realmente impresiona, Adobe Photoshop y también Lightroom, nos trae una retoque de la piel que reduce a un par de clicks un trabajo que antes podía emplear minutos y hasta horas, así también como el reemplazo de cielos en uno o dos pasos, el Imerge Pro sale al mercado para una seria competencia con Adobe Photoshop.
ON1 Photo Raw 2021 nos promete una ingeniería de inteligencia artificial para modificar texturas y cielos con cientos de opciones, Topaz Labs tiene entre sus productos casi todos los elementos de retoque y modificación de imágenes a un solo click y Luminar 4 de la compañía Skylum nos ofrece no sólo el reemplazo del cielo, sino que además se pueden reemplazar los reflejos en el agua, en el caso que existan, con un 99% de exactitud.
Hasta el último de los teléfonos inteligentes de la compañía Apple está siendo comparado en sus resultados fotográficos con las actuales cámaras sin espejo.
Sin duda esto afectará la ya vapuleada credibilidad del fotoperiodismo.
Habrá quienes podrán utilizarlo para modificar tanto imágenes o video para fines aviesos.
Y habrá también quienes nieguen su responsabilidad en hechos dudosos, diciendo que las imágenes han sido modificadas con inteligencia artificial en aras de alimentar la creciente polarización.
En cualquiera de los dos casos, tampoco importará mucho la posterior comprobación de hechos, ya hemos visto recientemente que lo que queda en la retina de la población, siempre es la primera premisa utilizada sea tanto para desacreditar como para calumniar.
Más allá de las consideraciones estéticas, artísticas o de orden publicitario, el fotoperiodismo ahora se enfrenta a un reto más donde ya quedan pocos atajos para defender el descrédito.
Para quienes estamos en la profesión desde las épocas donde se revelaba la película, y se trabajaba arduamente en el laboratorio para obtener impresiones de calidad, estos fenómenos no son nuevos.
Hemos visto desaparecer empleos que ocupaban a operadores de teletipo, máquinas de escribir, laboratoristas, y un largo etcétera que ha quedado en el olvido tras el paso frenético de la tecnología.
E inclusive hoy, ya hay preocupación entre los operadores de retoque digital, quienes ven amenazados sus puestos de trabajo por el avance de la inteligencia artificial, como se puede leer en esta muy explicativa nota de PetaPixel.
No hay razón para oponerse a la evolución tecnológica, pero tampoco se la puede culpar de los muchos desaciertos que se han cometido en el fotoperiodismo de manos de los mismos profesionales.
Si hoy existe un relativo descrédito de la profesión del periodismo de imágenes, también se lo debemos a aquellos que en bien de un desmedido crecimiento personal, no han puesto límites a sus ambiciones.
Desde colectivos fotográficos que han hecho suyas las demandas políticas de grupos que se oponen a determinadas reglas gubernamentales, dejando de lado el contraste de opiniones diversas cuando se trata de informar honestamente, pasando por profesionales que, argumentando un largo trabajo de conexión con sus fuentes, han terminado no solo de mostrar una visión parcializada de la realidad, sino que en su afán de difundir la propaganda política, han inclusive aceptado que los colectivos demandantes prohíban el acceso a otros fotoperiodistas que puedan difundir imágenes que dañen sus objetivos propagandísticos.
Hemos sido testigo de muchos fotoperiodistas que en su afán de destacar, hacen posar a personas involucradas en un evento periodístico, para que sus fotografías aparezcan como espontáneas, engañando a los lectores.
Grandes nombres de compañías de distribución de imágenes, han visto manchado su prestigio por la actitud de algunos profesionales que, basados erróneamente en su pasión en mostrar la realidad, han traspasado el límite de lo legalmente permitido en materia de resguardar la identidad de las víctimas, exponiendo el abuso infantil, la prostitución de menores utilizando tomas que, revisando bien su contenido, son altamente sospechosas, transgrediendo las bases de la ética en temas de alta sensibilidad para la sociedad.
Hace mucho que se ha perdido la batalla por la utilización de la palabra “objetividad” dentro del periodismo.
Hoy se habla de periodismo honesto, balanceado, de fuentes confiables y de exactitud en el relato de los hechos.
Pero también hemos visto el surgimiento de grupos que deberían ser protagonistas de una telenovela que llevaría por nombre “Los Fugitivos del Ácido Fólico”, conformados por aquellos que defienden la aberrante idea del “Periodismo Militante”.
Con esto no solo se ha aportado enormemente a la polarización, sino que, derribando definitivamente el concepto de objetividad, han encontrado los vericuetos intelectuales para esconder su verdadera intención que no es más que la propaganda política disfrazada de causas justas para emparentarse con las mismas prácticas de aquellos que sin miramientos diseminan noticias falsas.
Los fotoperiodistas debemos enfrentar estos nuevos retos con una determinada intención de minimizar el descrédito en base a nuestra reputación.
Y esta se gana con la veracidad de las historias que se cuentan, con un trabajo constante que muestre nuestro compromiso con la información, sin tendencias sospechosas, contrastando, al igual que hacen nuestros colegas de texto, con imágenes que muestren diferentes ángulos de la realidad.
No debemos desechar el avance arrollador de la tecnología, pero debemos usarla con los criterios básicos de un periodismo serio.
Se pueden usar las herramientas que nos ofrecen los algoritmos de procesamiento, para realzar y darle una ambiente lo más similar posible a lo que es la situación en si.
Pero la modificación pequeña o grande de los acontecimientos tal como son, socavarán a la larga nuestro historial de reputación.
La fotografía fue tomada por mucho tiempo como una imagen fiel de la realidad inclusive dentro del ámbito legal.
Hoy ya no puede ser así, solo quedamos los profesionales del fotoperiodismo para que nuestra propia reputación hable de la seriedad de como enfrentamos el trabajo de informar.
No debemos caer en las garras esquivas de la polarización que trata siempre de aprovecharse de los informadores.
Tomemos el avance tecnológico con la responsabilidad que lleva cualquier cambio dentro de la evolución de la información.
Todos los cambios han significado una evolución en como la población se mantiene bien informada.
Pero no olvidemos los ejemplos del pasado.
La polarización y el fenómeno de la propagación de noticias falsas en bien de objetivos políticos, no es un invento que apareció con la tecnología.
Recordemos que ya en 1927 apareció en Alemania el periódico “Der Angriff” (El Ataque) que llevaba por subtítulo “Fuer die Unterdrueckten Gegen die Ausbeuter!” (Por los Oprimidos en Contra de los Opresores) (*).
Y ese periódico fue fundado por Joseph Goebbels, máximo jefe de la propaganda nazi y su tarea fue encomendada por el mismísimo Adolfo Hitler
(*) del Libro: “Goebbels And Der Angriff”, de Russel Lemmons. Jacksonville State University.