Links mencionados en este podcast:
Massachusetts Institute of Technology.
Youtube.
Presentación: Claudia Tenorio.
Música: Sunday by TrackTribe
Este mundo siempre estuvo atestado de noticias falsas, pero con la tecnología digital, esta práctica se ha masificado a niveles inimaginables.
Un ejemplo de ello es el video que realizó el grupo de Centro de Virtualidad Avanzada del MIT (Massachusetts Institute of Technology) en el que se ve al expresidente de Estados Unidos Richard Nixon, dando un discurso que nunca existió.
Ese discurso, sí había sido preparado en caso que los astronautas Neil Amstrong y Buzz Aldrin no pudieran regresar a la tierra en el histórico viaje a la luna el 16 de Julio de 1969, aunque el éxito de la misión, lo dejó sin efecto y guardado en los archivos de la Casa Blanca.
El video, que puede verse en Youtube, no deja dudas de lo que estamos viendo, aunque tal situación nunca existió.
En esta era de la manipulación, muchos son los esfuerzos que se están haciendo para combatir las noticias falsas, y muchas de ellos funcionan muy bien, aunque el trabajo de identificar estas mentiras, es mucho más lento que la velocidad en que esas noticias se propagan.
Hay herramientas de comprobación de todo tipo, tanto para video como para fotografías, casi todas de paga y con resultados alentadores, pero que se hace con aquellas mentiras que son escritas?, con esas medias verdades que manipulan al lector o que engañan a quienes creen estar leyendo a autores con cierta reputación?.
Y es allí donde aparecen los que yo llamo “Cuentógrafos”.
Un pequeño ejército de fotógrafos y fotoperiodistas que llenan las páginas de algunos medios o blogs dejándonos atónitos con sus hazañas que en muchos casos nunca existieron.
Como fotoperiodistas, tenemos el deber de ser honestos con nuestras fotografías, pero también, si nos disponemos a sentarnos ante la titánica tarea de escribir, no debemos dejar de lado la responsabilidad de hablar sinceramente de quiénes somos y cuáles fueron los verdaderos logros de nuestra carrera.
Pululan incansablemente los fotógrafos que utilizan frases como ¨En mi camino hacía Afganistán, para cubrir la cruenta guerra en ese país….¨ sin aclararnos nunca que jamás llegaron a ese lugar, nunca estuvieron allí, pero adornan sus escritos con fotografías de armas que pudieron haber sido hechas en cualquier operativo policial en su lugar de residencia.
Otras de las modalidades, es contarnos en florida prosa de cuando estuvieron en un conflicto de alto peligro, pero en lugar de hacerlo en tiempo pasado, lo hacen en tiempo presente, como si ese conflicto estuviera aconteciendo en el momento actual. Ubicándonos erróneamente en una situación que ya no existe.
En muchos de los casos, y luego de indagar meticulosamente, resulta que ese conflicto acabó hace años, y que quien nos cuenta la historia estuvo, pero mucho tiempo después, cuando ya se había regresado a la normalidad.
Si nos vamos a leer la extensa bibliografía escrita por los Cuentógrafos, podremos encontrar también repetidas referencias a sus ocasionales encuentros con personalidades renombradas del fotoperiodismo, dejándonos la sensación que realmente si había una relación de amistad con ellos, pero que, al analizar detenidamente la frase, nace la duda si realmente el encuentro fue de amistades de antaño, o bien el destino los ubicó en el mismo momento y en la misma recepción de un hotel en particular sin tener relación alguna.
Y luego nos encontramos con los talleres (workshops), ofrecidos con un halo de experiencia que solo existe por la sola razón de haber tomado un curso de seguridad para zonas de conflicto o haber participado en la cobertura de un masivo evento deportivo.
En ellos (me ha tocado escucharlos) se habla mucho más del anecdotario personal que de las reales medidas profesionales que hay que tomar para esas situaciones.
Ni haber estado en un torneo nos convierte en expertos en fotografía deportiva, ni haber fotografiado cadáveres nos hace médicos forenses.
Es entendible que en épocas de redes sociales, donde todo se escruta, se critica ácidamente o se vanagloria sin medida, los fotoperiodistas que no tienen grandes historias para contar, deban hacer malabares para que el público en general les dé “me gusta” (likes).
Diariamente nos tenemos que enfrentar a las “falsedades profundas” (deep fakes), desde los que afirman que la tierra es plana, con un claro objetivo mercantilista , hasta los “antivacunas” que basan sus teorías en argumentos totalmente falsos.
Le podemos agregar cientos de otros recursos, videos dudosos, fotografías fuera de contexto, además de conteos exactos por parte de medios periodísticos de las innumerables mentiras nos han arrojado los políticos en nuestra cara sin siquiera inmutarse.
Si es que nos disponemos a la denodada tarea de la escritura, debemos ser lo suficientemente responsables de narrar de lo que realmente sabemos y no de lo que deseamos que los demás crean que sabemos.
Así como no debemos sacar de contexto nuestras fotografías, ni alterarlas agregando o quitando elementos, tampoco podemos aprovecharnos de los deslices idiomáticos para generar la idea de lo importante que somos.
Para los fotógrafos jóvenes, eludir las noticias falsas o evitar caer en la tentación de entrar en el mismo círculo de narradores sin experiencia tanto en sus imágenes como en sus alocuciones, es una labor diaria y tediosa, pero necesaria.
De lo contrario se puede ir solventando una pérdida de reputación que tarde o temprano saldrá a la luz.
En tiempos en que la velocidad de la información nos lleva siempre la delantera, es una tarea difícil el indagar en cada texto que leemos, sin embargo, es un trabajo obligado para cuando queremos saber de quien realmente podemos aprender y de quien, tenemos que cuidarnos de la veracidad de sus escritos.
En definitiva, y por trillado que parezca, al final del día, lo único que hablará por nosotros son nuestras fotografías, nuestras historias en imágenes que impactarán en el público en general.
Para ficciones tenemos a los profesionales de los cuentos, que son muy buenos en ello.