Nuevos Lenguajes

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Presentación: Claudia Tenorio

Música: Sunday by TrackTribe

En más de una ocasión he encontrado fotógrafos jóvenes que se preguntan de qué manera se llega a consolidar un profesional del fotoperiodismo, para tener un estilo propio, y conseguir que lo identifique entre los demás colegas.
La respuesta nunca es sencilla, y frecuentemente el camino que ha consolidado a un fotoperiodista como tal, es algo más confuso de lo que parece.

Pero si esa explicación siempre ha sido complicada, quizás ahora se haya tornado casi imposible.
Los fotoperiodistas que hoy están consolidados, pueden tener una idea de lo que depara el futuro, pero en ningún caso poseen la fórmula.
La fotografía se ha masificado, todas las personas tienen acceso a ella y además se ve con mucha frecuencia una exclamación de admiración ante una fotografía que no representa nada significativo.
Se ha perdido la línea entre una imagen que provoca una emoción universal, con la experiencia única de quien la mira por motivos meramente personales y no estéticos o informativos.
Debemos asumir que la fotografía ya le pertenece a todos, que hoy, la primera idea que viene a la cabeza, no es contratar un fotógrafo, sino intentar solucionarlo personalmente.

En este contexto, los jóvenes fotoperiodistas tienen un doble trabajo, la creatividad, ingrediente de máxima exigencia en esta profesión, como incorporar un lenguaje que no haya existido antes, una expresividad personal que tiene que estar adosada con las técnicas computacionales, como de elementos que hayan emergido de las nuevas formas de comunicación

Naturalmente habrá escollos a vencer, y uno de ellos es la incólume barrera del periodismo supuestamente objetivo, que desde la época de la fotografía en película, viene marcando las fronteras de lo que se debe y no se debe modificar en una imagen.
Hoy encontramos que las imágenes que más se viralizan son hechas en su gran mayoría por testigos ocasionales, con su teléfono celular.

Es casi imposible estar en una escena de ese tipo antes que las imágenes aparezcan en las redes sociales.
Es hora que que las historias que cuentan los fotoperiodistas, no sólo muestren a las víctimas, siempre en situación precaria, siempre con sus ojos llenos de lágrimas mirando a la cámara.
Es hora que se salga a buscar también a los victimarios, contar quienes son, cómo llegaron a ese punto, como, desde las posiciones de poder, llegaron a decisiones que pusieron en riesgo a los más vulnerables.
Los nuevos fotoperiodistas deberán echar mano de su imaginación, integrarse a los lenguajes comunicacionales que se van modificando permanentemente.
Deberán comprometerse con la honestidad de un periodismo que muestre más de lo que vemos todos los días.Incursionar al mismo tiempo en la creatividad, y tomar el riesgo de aventurarse en los terrenos de la suspicacia, en el discurso en imágenes de una nueva forma de comunicación.

Metáforas visuales que sean interpretadas como formas de información, como lenguajes que lleven al lector al lugar donde se encuentra la visión de un comunicador que maneje todos los idiomas visuales.
La fotografía periodística debe cambiar, como ha venido cambiado cualquier otra expresión a lo largo de la historia.
Sobre los hombros de los jóvenes yace el peso de un cambio necesario para el bien de todos en general, y de la fotografía en particular.Para el bien de la información y de la estética.
No será la primera vez que los nostálgicos se opongan al cambio sentados en su zona de confort, no será la primera vez que se rompan murallas.
La evolución tecnológica nos ha traído hasta las fronteras de la digitalización de las noticias.

Es tiempo que los fotoperiodistas descifren en sus historias la intricada malla que se teje en la mente humana.