Links mencionados en este podcast:
Ritzau Scanpix, Orange County Register, Orange County Register, Petapixel, KTLA5, Dpreview-Vasily Zubarev, Sony
Desde entonces se viene hablando de la manipulación de la fotografía.
Mientras esta práctica se mantuvo cuando las imágenes eran analógicas, también se daba por sentado que las fotografías, plasmadas en película, eran objetivamente la realidad.
Las fotos tomadas en película eran inobjetables, incluso se les llegó a tomar como prueba fehaciente en las cortes de justicia.
Hasta que arribó la fotografía digital, y con ello, los fundamentos de lo inapelable comenzaron a ceder ante el paso de la tecnología.
¿Cuándo se da la manipulación en una imagen? ¿En la toma? ¿En la elección del fotógrafo sobre qué fotografiar, o qué dejar fuera de cuadro?
Hace unas semanas, la agencia danesa Ritzau Scanpix comisionó a dos fotógrafos para que tomaran las mismas escenas de distanciamiento social, pero con lentes muy diferentes. Se puede leer aquí.
Mientras que en unas imágenes se ve a los ciudadanos respetando el distanciamiento, debido a la pandemia de COVID-19, en las otras se observan a las mismas personas demasiado cerca unas a otras.
Dos visiones totalmente diferentes de una realidad, y un mismo hecho.
Esta fue la demostración sobre cómo puede modificarse una escena a partir de la elección arbitraria del fotógrafo, tal y como ocurrió días antes en el periódico Orange County Register, duramente criticado porque uno de sus fotógrafos utilizó un lente de 380mm para inmortalizar la Playa Newport, en California, atestada de visitantes.
En contraste, las imágenes de televisión tomadas por la cadena KTLA5, solo dos horas después, mostraban desde el aire una realidad diametralmente distinta en la misma playa.
La justificación podría ser que el lente “cambia la perspectiva”, aunque lo cierto es que el mismo fotógrafo es el que modifica la escena, al escoger el lente incorrecto.
En época de noticias falsas esto es inadmisible.
Los procesos anteriores a la era digital también trastocaban el concepto de realidad, a partir de las elecciones del fotógrafo: filtros, lente súper gran angular, correctores de paralelas, el trabajo del impresor en el laboratorio, etc.
Hoy, con la inteligencia artificial, y los códigos escritos por programadores, la pregunta debería ser qué es una fotografía.
Al respecto, es revelador lo que nos cuenta Vasily Zubarev, programador de código Python, sobre cómo trabaja la cámara de un teléfono celular.
En milésimas de segundo el dispositivo analiza múltiples imágenes, para enseguida corregir todos los factores que normalmente retrasan un proceso de edición.
¿Es esto una fotografía? ¿O son 10 o 12 cuadros ensamblados con los últimos algoritmos para reducir ruidos, movimientos, o aumentar luminosidad? ¿Cuál de todas las imágenes es la verdadera?.
Hemos arribado a la fotografía computacional.
La empresa Sony acaba de anunciar sus próximos sensores de imagen con inteligencia artificial, y los nuevos teléfonos celulares predicen sensores mayores a casi cualquier cámara de formato de cuadro completo.
No habrá preocupación en corregir condiciones de iluminación, al gusto, claro, del programador en turno.
Hoy en día una cámara digital no arroja más que la interpretación -en imágenes- de una colección de impulsos eléctricos sobre un microchip.
Definir cuál es fiel a la realidad es solo una cuestión semántica, puede haber miles de definiciones, y cada una de ellas será verdad.
Por eso creo que es tiempo de comenzar a dejar el debate sobre la manipulación, y asumirnos como fotoperiodistas, con una representación personal de cada realidad.
Hacer que nuestras imágenes nos definan como puntos de referencia de opinión, y no como registradores de realidades, con fotografías frías, descoloridas y siempre lejanas.
No es suficiente con que un profesional tome una fotografía para darla como cierta, los fotoperiodistas debemos basar nuestro trabajo en la respetabilidad de la elección de la historia.
Nuestra mayor arma contra las noticias falsas deberá entonces ser la reputación, y ya no la esquiva justificación de la supuesta objetividad de una cámara fotográfica.